La primera jornada de EdTech Spirit el pasado 25 de febrero en el auditorio de BSM-UPF. Dentro del marco de la Tech Spirit Barcelona, iniciativa organizada a contrarreloj tras la cancelación del Mobile World Congress y el 4YFN, el track EdTech Spirit se centró en la importancia de la tecnología en la educación y en conocer de primera mano las experiencias de diversas startups del sector EdTech.
La mesa redonda moderada por Xavi Pascual (BeChallange) reunió a representantes de diferentes startups centrados en temas que van más allá de la educación como la prevención del acoso escolar, el apoyo a niños con discapacidades y la orientación profesional. Participaron Gemma Fábregas (YoTambiénLeo), Josep Fígols (B-Resol), Laura Albiol (V-Tools) y Esther Cid (Tipscool).
Las razones por las que crear este tipo de iniciativas de impacto social son variadas. La mayoría de ellas son fomentadas por experiencias personales y por la pasión de usar la tecnología para poder ayudar a personas en riesgo de exclusión.
Por ejemplo, Albiol quiere dedicar sus energías a temas que le importan, de impacto social, además de “trabajar en la educación con valores, potenciando la empatía con realidad virtual”.
Fábregas se ha encontrado con que en el mercado no existen herramientas adaptadas a las personas con discapacidades, “en concreto para aprender materias básicas”, comenta. Esa fue la motivación principal para empezar con su proyecto.
La tecnología también tiene un fuerte componente en estas iniciativas. Con su proyecto, Fígols y sus socias quieren demostrar como la tecnología puede ayudar al mal uso de esta. Y para Cid, su proyecto quiere complementar y ofrecer recursos para el seguimiento de las universidades a los estudiantes.
Las empresas EdTech de impacto social se encuentran con ciertas barreras y dificultades para entrar en el mundo de la educación. La falta de desarrollo de las infraestructuras escolares, como el wifi, o el miedo de los docentes a las nuevas tecnologías es una de ellas, comenta Albiol.
Por otro lado, Fígols comparte que también es difícil encontrar un equilibrio entre el ingreso de la empresa con el coste de inversión del centro educativo para que ello no sea una barrera de entrada para los centros.
Fábregas, una barrera es la longevidad de los proyectos de impacto social. “Se trata de un proyecto de vida”, dice. “Se debe demostrar que una herramienta está aportando un valor diferencial en la educación y eso requiere de una serie de estudios y pruebas a largo plazo para comprobar el impacto que genera y poder transmitirlo a las escuelas”.