Este artículo forma parte del eBook: «El vídeo en la era post-YouTube«, y está escrito por Adrià Serra.
Cada vez que me comentan que estamos entrando en la era “post-lo-que-sea” me sacude un sudor frío. ¡¿Ya?! ¿Qué me estoy perdiendo? Matamos «eras» al mismo ritmo que se cargan personajes en Juego de Tronos. YouTube tiene solo 11 años y parece mentira que más de uno ya la ponga en la cola de los jubilados junto a Twitter u otras plataformas.
Pero leo el editorial de este libro conjunto y me tranquiliza ver que quizás vamos a hablar del fin de una supremacía. O del posible fin de una supremacía. Y digo “posible” porque no tengo claro que YouTube no siga dominando el patio. Lo que está claro es que algo va a cambiar porque el vídeo ya no es —únicamente— darle al play y quedarse mirando.
Cuando apareció YouTube, mucha gente aseguraba que el elemento clave para el éxito de una pieza era su duración. A decir verdad, el tiempo ha demostrado que el usuario consume en Internet todo tipo de contenidos audiovisuales, incluso series, películas y documentales de larga duración. Lo que sí ha cambiado durante estos años es la forma de contar historias. Hemos incorporado una «nueva narrativa» en la que el ritmo y los impactos son fundamentales. Y sobre ciertos elementos comunes de esta nueva forma de narrar —más desenfadada, más cercana—, ha crecido toda una generación y han surgido nuevos y variados talentos a los que hemos llamado genéricamente youtubers.
Pero todo ello, por muy nuevo, muy moderno y muy loco que nos parezca, solo es una secuencia de fotogramas en una pantalla, con su inicio y su final. Un “producto” muy parecido al primero que vieron mis ojos cuando mis padres me enchufaron delante de la tele para que comiera el puré o dejara de llorar.
Virgen a los treinta y tantos
El día que vi “Gravity” en 3D sentí que se rompía un himen en mi retina. Había visto otras pelis en 3D pero, quizás, esa fue la primera donde —yo— le vi sentido al 3D y eso generó en mí una sensación distinta a la que tengo habitualmente cuando voy a ver una película. La historia no me gustó, para ser sincero, pero la experiencia me encantó. Décadas de consumo de fotogramas en movimiento, en las que hemos disfrutado como espectadores, han dejado paso a nuevas experiencias audiovisuales que suman vivencias sensoriales e interactividad a la imagen: 3D, 360°, RV…
Ante eso, el reto narrativo es gigante.
Y es así, por ejemplo, porque muchas de estas experiencias se cargan un elemento clave de la narrativa audiovisual: el punto de vista. La historia consumida tal y como el director quiere que la veas. Por lo tanto, quizás ya no se trate de explicar sino de sumergir o guiar a un usuario que ya no únicamente ve, sino que experimenta.
En grupo: más follón, pero más divertido
En general, cualquier experiencia, si es social, mejora. En los inicios del «online» se pronosticaba la muerte del consumo sincrónico. Luego se vio que el directo tenía un gran valor, más aun cuando se permitía «compartir la vivencia». En televisión se empezaron a valorar cada vez más las audiencias sociales, los trending topics (TT)… Quizá con cierto papanatismo, pero también con la convicción que aquello que genera conversación tiene valor y puede crear algo más que simple audiencia: seguidores. Y ahora, democratizamos formas de «streaming directo» que ya nacen con el elemento social incorporado y con un gran potencial para generar nuevas celebridades que acumulen tropas de seguidores.
Hay gente que dice que no aparecerá una nueva generación de youtubers como los que han irrumpido en los contenidos audiovisuales de los últimos años. Y es precisamente en eso en lo que quizá YouTube pierda una batalla importante si no cambia: la de ser la herramienta desde donde se propulsen los talentos de la siguiente generación. Quizá será Snapchat, quizá Periscope, o quizá otra plataforma que esté por venir. Preguntadle a Sandro Rey o sino ya lo discutiremos en el próximo libro.
Sobre el autor
Adrià Serra es socio de 12 Monos Produccions SL, guionista y director de proyectos . Puedes seguir sus reflexiones en su cuenta de Twitter @adriaserra.
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2 Comments
La intención del director es clave.
Nunca llegué a ver Gravity en 3D. A mí lo que me gusta del 3D es la profundidad de campo. Sería interesante ver cómo si sumamos el 3D a la intencionalidad de unas mentes brillantes como los Cohen o Wes Anderson que siempre narran las historias desde unas perspectivas muy psicológicas, el 3D más allá de ser un argumento de marketing (desde Avatar alguno picó con lo de las teles en 3D), sería una herramienta que ayudaría a que una historia fuera aún más brillante.
Hola Pablo, muchas gracias por tu comentario. Tal como dices, sería muy interesante, ¡a ver si lo vemos en breve! 🙂